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Cinema Paradiso, una película para amar el cine

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Hace unas semanas me decidí por fin a ver Cinema Paradiso, una película italiana de 1988 que ganó el Oscar a Mejor Película de habla no inglesa. Siempre he oido hablar de esta película, he escuchado a gente decir lo buena que es, que si de verdad te gusta el cine DEBES ver esta película.

Una vez visto el film solo puedo declarar mi amor por esta pequeña joya.  Al principio me pareció una película más, una bonita historia de amistad entre un niño y un señor mayor que trabaja en un cine. Pero es mucho más, es toda una declaración de amor al cine y un intento de mostrar como se veía antes una película, cuando el cine era la mayor atracción de un pequeño y humilde pueblo de Italia. Cuando la gente se divertía, se asustaba o lloraba con escenas e historias que ahora nos dan risa o nos parecen anticuadas. Eso es lo mejor de Cinema Paradiso.

Aparte de las relaciones entre los personajes, lo más destacable de la película es la relación del pueblo con el cine. Sobre todo de los protagonistas, el pequeño Toto descubriendo cómo manejar un proyector, como empalmar fotogramas, etc. Es una película nostálgica, sobre cómo recuerdas tu vida cuando ya eres una persona adulta, en la madurez. Es un recuerdo de como era el cine en sus inicios. Da la sensación de que el cine era mucho mejor antes, cuando uno iba a una sala ilusionado por ver qué salía en la pantalla, casi sin importar qué tipo de película fuera.

Y es que el cine ha cambiado, mucho, demasiado. De hecho, miras Cinema Paradiso y compruebas que desde que esta película fue estrenada el cine ha cambiado aún más. ¿Cuantas veces vemos una sala de cine completamente llena,  tan llena que la gente se queda de pie como en el Cinema Paradiso, tan a rebosar que hay que mandar callar al público allí congregado?  La respuesta es fácil, pocas o ninguna. Las salas de cine han sido sustituidas por las pantallas de ordenador y no es una protesta, yo misma prefiero ver películas así que gastarme un dineral en un cine. Pero reconozco que cuando voy a una sala es muy distinto, no ves una película de la misma forma.

Creo que eso es lo que más me ha gustado de esta película, ese canto de amor por un cine que ya no existe, que yo ni siquiera viví, pero tras ver esta película sentí esa nostalgia, esa pena por no haber sentido las mismas emociones que Toto al entrar en el Cinema Paradiso.

Lo que sí ha conseguido es despertar en mí un interés por descubrir más películas, más cine del periodo clásico. De hecho no he parado de devorar películas de todo tipo desde entonces.

Con las escenas finales de la película lloré como un bebé. No pasó nada triste, no pasó nada impactante, simplemente es la culminación de una declaración de amor por el cine. Quizás todo esto pueda sonar exagerado, pero creo que esta película significa mucho para los que vemos el cine como algo más que un pasatiempo. Dudo mucho que una persona que no tiene un especial interés por el cine pueda comprender lo que significa, puede considerarlo una película bonita (que lo es), pero no comprender que este film refleja los sentimientos de muchos de nosotros hacia el séptimo arte. El trasfondo de este largometraje solo puede ser entendido por aquellos que amen el cine igual que sus protagonistas.

Una vez escuché que alguien, tras ver esta película, se dio cuenta de que adoraba el cine y quería dedicarse a algo relacionado con él. Creo que me ha pasado lo mismo.

Como toque final, la maravillosa banda sonora de la película de la mano del genio Ennio Morricone. Una de las melodías más bonitas que he escuchado:

 

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